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Diagnóstico de la artrosis a través del uso de una escala progresiva
La artrosis es una enfermedad inflamatoria crónica que debe ser inicialmente sospechada por el médico de atención primara y diagnosticada mediante los datos clínicos del paciente, pruebas de laboratorio y radiológicas. Sin embargo, existen síntomas que obligan a plantear un diagnóstico diferente por parte de otros especialistas.
Anamnesis y exploración física
A la hora de diagnosticar la artrosis, el médico de atención primaria, se basa en la observación directa de los pacientes por medio de la anamnesis, la exploración física y los reconocimientos complementarios. Por ello, en esta primera fase es importante tener en cuenta la edad de aparición y las características del dolor, ya que la frecuencia de la artrosis aumenta con la edad, y su síntoma más característico es el dolor de comienzo insidioso, con una intensidad de ligera a moderada en las fases tempranas de la enfermedad.
Asimismo, el profesional también recoge información sobre el paciente y la articulación implicada. Como nos explica el Dr. Ricardo Ruiz de Adana, médico de atención primaria del centro de salud de Segre, en Madrid, esta patología “afecta con mayor frecuencia a articulaciones interfalángicas distales y proximales, y a la primera articulación metacarpofalángica de la mano, rodilla, cadera y columna vertebral”.
Después de la anamnesis, el siguiente paso es la exploración física general. Los hallazgos físicos que se esperan encontrar son un aumento de la sensibilidad dolorosa en la palpación de la línea articular, dolor en la movilización pasiva e incremento del tamaño de la articulación con prominencias óseas. Según el Dr. Ruiz de Adana, “en fases avanzadas, la progresiva destrucción del cartílago, el derrame articular y el colapso del hueso subcondral contribuyen a una deformidad irreversible y a subluxaciones”. Asimismo, los signos inflamatorios aparecen cuando la destrucción articular está muy evolucionada.
Técnicas de diagnóstico y derivación especialista
En la tercera fase, se utiliza la radiografía simple para confirmar el diagnóstico de la artrosis moderada-grave. Sin embargo, la radiografía es poco sensible en la detección temprana de la enfermedad y, además, existe poca correlación clínica radiológica. Por ello, la resonancia magnética (RM) permite la detección de cambios en la artrosis, pero en atención primaria no está indicada su realización de forma habitual.
El uso de la RM ayuda a descartar otras etiologías de dolor en la cadera o en la rodilla, y en la artrosis de columna vertebral con déficit neurológico. Otra técnica que se utiliza es la ecografía, ya que es sensible, barata, rápida e inocua, pero no visualiza más allá de la cortical ósea, por lo que no permite la evaluación del hueso.
Por último, cuando existen dudas en el diagnóstico o el paciente presenta síntomas que no responden al tratamiento médico, entra en escena el reumatólogo. Asimismo, también se deriva a rehabilitación y fisioterapia para su mejora sintomática y funcional.
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